lunes, febrero 27

Pride and Prejudice


Quien dijo que a las mujeres modernas no les atraía el romanticismo está delirando.

Mucha gente quizás podría objetar el hecho que yo sea una mujer hecha y derecha, no he pasado por mucho tampoco para otorgarme tal honorable título. Pero si hay algo que yo tengo y la mayoría (sino todas) de las integrantes del sexo femenino poseemos; y esto es la sensibilidad. En fin,es la capacidad de llorar en el cine.

Amor, bendito y maldito sentimiento que mueve a las personas que habitamos este mundo. Eso que nos lleva a las nubes y nos aterriza de frente contra el piso sin preguntarnos nada. Nunca lo hace. Es este el motor que lleva a Mr. Darcy (Matthew Macfadyen) y a Elizabeth Bennet (Keira Knightley) a cuestionarse quienes son y que es lo que sienten el uno por el otro.

Es la cualidad de los vertiginoso del amor lo que produce una tempestad en esos tiempos tan calmados, correctos y presumiblemente perfectos. Es el amor lo que atravieza a los personajes a través de miradas, de palabras; siendo totalmente innecesario alguna escena de sexo o algún beso apasionado, para que el espectador se sienta sin aliento y totalmente afectado por las emociones "actuadas" de los personajes. Sí, aunque no lo crean son actuadas. La química no es evidente en un principio, pero a medidad que se desarrolla la historia vemos como sus pasos los unen; como se puede estar tan equivocado y tan acertado a la vez sobre ese alguien.

No es una típica película de amor, es lo desbordante de su pasión lo que la hace diferente a las demás; una pasión silenciosa y reprimida.

Con respecto a la calidad de la película hay que referirse a la asombrosa capacidad que tiene el realizador de situarnos en la época. Es un film finamente detallado con una fotografía que sólo los ingleses pueden ofercernos. Unos parajes exquisitos, habitados por actores finos y precisos para los roles que desempeñan. Podría apostar que en una película contemporánea sería imposible lograr esta aura.

Todo esta rodeado por una magia especial, y los 127 minutos que dura te hacen querer pedir más. Porque te dan ganas de enamorarte. Porque los diálogos son redondos y precisos, no sobra ni falta nada para poder atestiguar que el amor entre los protagonistas es verdadero, a pesar del tiempo y las viscitudes de este.
Solo es una película que te hace suspirar más de lo que deseas, quizás te hace querer ser más valiente y atreverte. Si ellos lo lograron, ¿por qué uno no podrá?

jueves, febrero 9

Munich/Steven Spielberg/2005



Desde que empecé a encontrar verdaderamente cursi la serie Dawson’s Creek que le tengo un poco de recelo a Steven Spielberg; recuerdo que a Dawson le gustaba y quería ser cineasta. Quizás fue un poco de envidia porque él estaba realizando mi sueño, quien sabe, yo estaba fascinada con Pacey.
He visto parte de la filmografía de este director; abarcando polos que van desde la Lista de Schindler hasta Indiana Jones. De esa forma pude bocetear alguna conclusión que llegó mientras me aburría en “Munich”. Steven Spielberg es un director totalmente complaciente. Con su fiel público, el típico americano promedio, que consta de una mentalidad más bien conservadora, que usa poleras anchas y sandalias y que ve el cine como otro lugar para comer (como si todo el día no fuera suficiente).
Complaciente porque suele tener éxito con temáticas “complejas” o extraordinarias, pero nada nuevo. Quizás en sus inicios con “Shark” pudo cambiar algo de la historia cinematográfica, pero ahora se ha convertido en un director más bien predecible, conservador y poco innovador; o sea es más bien sabido que tiene muchos recursos para hacer algo diferente o arriesgado, no es falta de dinero lo que lo hace plano y tedioso. Definitivamente no es un director independiente que tiene que hipotecar su casa por milésima vez para realizar su sueño y quizás tuvo que cortar la mejor secuencia por falta de presupuesto.
Para orientarlos un poco, el tema de la película se basa en la constante confrontación entre israelitas y palestinos. El argumento da para mucho, o sea podría haber sido una película con miles de enfoques humanizados, de dolor, frustración, pueblo israelí, realidad. Pero no, tenía que mezclar “acción”, sangre demasiado mojada y derramada a mi gusto, sin saber que el mejor sabor de la sangre es la seca. La sangre del resentimiento, de los apátridas, del exilio.
Es una película más bien lenta, la conexión con el incidente de Munich es muy prescindible, porque el tema del conflicto palestino-israelí es tan fuerte que ese “intento” de paralelismo entre el secuestro y posterior asesinato de los atletas y las luchas personales del protagonista es totalmente burdo; sobretodo el momento en que le hace el amor a su esposa y proyecta estas imágenes. Muy cursi. Se me escaparon carcajadas.
Pero no todo es malo, obviamente. El hecho que Spielberg se atreva a tomar un proyecto con este tema, se debe reconocer. La realización es estupenda, las atmósferas, el vestuario y los personajes bien armados en sus características; Avner (Eric Bana) tiene un buen desempeño, aceptable no estupendo.
Es una película que se debe ver, porque lamentablemente Spielberg es uno de esos directores. Sirve para entender un poco más la mentalidad norteamericana y sus motivaciones, diferenciar el arte a la venta, el comercio de las emociones y del al sentir.