Pride and Prejudice
Quien dijo que a las mujeres modernas no les atraía el romanticismo está delirando.
Mucha gente quizás podría objetar el hecho que yo sea una mujer hecha y derecha, no he pasado por mucho tampoco para otorgarme tal honorable título. Pero si hay algo que yo tengo y la mayoría (sino todas) de las integrantes del sexo femenino poseemos; y esto es la sensibilidad. En fin,es la capacidad de llorar en el cine.
Amor, bendito y maldito sentimiento que mueve a las personas que habitamos este mundo. Eso que nos lleva a las nubes y nos aterriza de frente contra el piso sin preguntarnos nada. Nunca lo hace. Es este el motor que lleva a Mr. Darcy (Matthew Macfadyen) y a Elizabeth Bennet (Keira Knightley) a cuestionarse quienes son y que es lo que sienten el uno por el otro.
Es la cualidad de los vertiginoso del amor lo que produce una tempestad en esos tiempos tan calmados, correctos y presumiblemente perfectos. Es el amor lo que atravieza a los personajes a través de miradas, de palabras; siendo totalmente innecesario alguna escena de sexo o algún beso apasionado, para que el espectador se sienta sin aliento y totalmente afectado por las emociones "actuadas" de los personajes. Sí, aunque no lo crean son actuadas. La química no es evidente en un principio, pero a medidad que se desarrolla la historia vemos como sus pasos los unen; como se puede estar tan equivocado y tan acertado a la vez sobre ese alguien.
No es una típica película de amor, es lo desbordante de su pasión lo que la hace diferente a las demás; una pasión silenciosa y reprimida.
Con respecto a la calidad de la película hay que referirse a la asombrosa capacidad que tiene el realizador de situarnos en la época. Es un film finamente detallado con una fotografía que sólo los ingleses pueden ofercernos. Unos parajes exquisitos, habitados por actores finos y precisos para los roles que desempeñan. Podría apostar que en una película contemporánea sería imposible lograr esta aura.
Todo esta rodeado por una magia especial, y los 127 minutos que dura te hacen querer pedir más. Porque te dan ganas de enamorarte. Porque los diálogos son redondos y precisos, no sobra ni falta nada para poder atestiguar que el amor entre los protagonistas es verdadero, a pesar del tiempo y las viscitudes de este.
Solo es una película que te hace suspirar más de lo que deseas, quizás te hace querer ser más valiente y atreverte. Si ellos lo lograron, ¿por qué uno no podrá?